Estaba pensando en su siesta cuando me ha dado por preguntarme lo que suelen dormir los bebés. Y algo más allá, cuando ya no son bebés sino niños pequeños, cómo varían sus hábitos de sueño.
Escribo este post mientras mi niño duerme plácidamente. Con el inestimable apoyo de los intercomunicadores, por cierto, que, os lo aseguro, son nuestros mejores amigos para que, mientras él duerme, nosotros podamos hacer algo de nuestras vidas cotidianas. Aprovechad esos momentos, ¡también son únicos!
Nuestro hijo suele dormir una siesta por la mañana, otra por la tarde y sobre las nueve de la noche ya se inquieta si no estamos preparando la parafernalia previa a la “larga siesta”. Bueno, no tan larga porque como sigue tomando pecho, los despertares nocturnos pueden ser numerosos, dependiendo de la noche.
Parece lógico que cuanto más pequeños son más duermen porque es sabido que el descanso de cuerpo y cabeza les ayuda a desarrollarse pero, ¿hasta qué punto? Estudios científicos dicen que durante su sueño se liberan sus hormonas del crecimiento, se estimulan las partes del cerebro que tienen que ver con la memoria y el aprendizaje (con lo que van “fijando” en su disco duro lo visto durante el día), aumenta la producción de células corporales que impiden bajos niveles de proteínas en el bebé y, además, fortalece el sistema inmunológico.
Sin saberlo, hicimos bien en no despertar a propósito a nuestro hijo nunca para darle de comer (salvo los tres primeros días de vida, por el riesgo de bajada de azúcar, claro), como nos decían algunos médicos…
Lo que suelen dormir los bebés, bien lo saben los padres, sobre todo los abnegados que los “sufren” por las noches, depende de cada criatura.
Pero, por lo general, un bebé de hasta seis meses dormirá unas dieciséis horas al día. Los bebés de entre seis y doce meses podrían dormir cerca de doce horas por la noche y otras tres durante el día. Entre el año y el año y medio, sus periodos de sueño totales rondarán las trece horas. Luego, ese periodo se reduce casi en una hora por año cumplido: doce horas con dos años, once con tres.
Pero, repito, cada bebé es un mundo y será él y sólo él quién dicte lo que duerme a lo largo de un día. Si el vuestro se ajusta a los cánones descritos arriba, enhorabuena. Si no, paciencia, mucha paciencia…
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