Es verdad pero no acaban sabiendo por ciencia infusa, hay muchas formas de estimularles y ponerles delante los elementos que le servirán para aprender del mundo que les rodea. Siempre se ha dicho que los niños son como esponjas, que lo absorben todo.
Desde que es bien pequeño, venimos habituándonos a hacer cosas con él que afiancen lo que pueda ir aprendiendo.
Cuando empezaba a gatear ahí me teníais a mí, cuerpo a tierra, enseñándole bien despacio, la consecución de movimientos de rodillas, de pierna, de brazos para ir avanzando por el salón. Entre la gracia que le hacía verme tirado junto a él y su incipiente deseo de superar etapas, nuestro crío consiguió pasar del gateo tipo “comando”, tirando de brazos y dejando “muerto” de cintura para abajo, al gateo marcando todos los pasos. Ahora no hay quien le pare.
Otra cosa que solemos hacer es repetirle hasta la saciedad las cosas habituales que hace/hacemos. Por ejemplo, abre un armario tirando de la puerta y le decimos: “Muy bien abierta la puerta. Ahora, ciérrala” Y si no la empuja para cerrarla, le insistimos con la misma “orden” para que vea la diferencia entre abrir y cerrar. Y así con cada cosa.
Reafirmarle sus actos y felicitarle por los logros, es algo fundamental en el proceso de formas de estimulación de vuestro hijo.
También ayuda a esa estimulación el uso de canciones, gestos, rimas. Todo eso les llama mucho la atención, están más pendientes de ti y de lo que le digas y hagas y, por tanto, más propensos a aprender cosas y fijarlas en su memoria. Por las mañanas, cuando salimos de casa, llevo unos días diciéndole que salude a los pájaros y yo mismo digo “Hola, pajaritos” mientras sacudo la mano en señal de saludo. Él ya mueve la mano cuando lo hago yo.
Una cosa que yo suelo evitar es hablarle como si el que fuera un niño de teta fuera yo. Creo que un bebé es una persona pequeña pero no es tonta. Así, intento hablarle casi de tú a tú. Evidentemente, puede que no utilice los mismos términos que usaría con un adulto pero no suelo ni cambiar el tono (ay, ese tonito agudo como si le estuviesen pisando la cola a un gato que emplean algunos…) ni buscar palabras especiales. Un bebé es una hoja en blanco y va a entender igual “agua” que “rascacielos” o “azul”.
Incluso alguna frasecita en inglés o en alemán le suelto. ¿Quién sabe? ¿Y si lo toma como un juego y consigue tener facilidad para los idiomas?
Todo es cuestión de proponerse su estimulación como un proyecto personal. Ánimo.
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