Una de las cosas que compré antes de que naciera mi hija fue un botecito, a precio de oro por cierto, de gel antibacterias en la farmacia.
Era la época de la gripe aviar y todo el mundo andaba con el tema en la boca, así que empezaron a comercializar este tipo de geles que se supone que sirven para higienizar las manos y que muchas personas compramos en su momento por si nos pillaba por la calle y no teníamos donde lavarnos las manos,
Al tiempo empecé a ver estos geles antibacterias por todas partes, incluso en supermercados y a un precio muy muy por debajo de lo que costaban allá por el 2008.
En la página Web de ecoosfera leo que la función real de este tipo de gel es el de matar a las bacterias, pero sin eliminarlas, dejando en la epidermis una serie de sustancias químicas que pueden perjudicar más que ayudar.
Entre los compuestos químicos del gel antibacterias está el ticlosán que se caracteriza por ser un agente fungicida que refuerza las bacterias y permite que éstas se hagan resistentes a los antibióticos.
Los parabenos, de los que os he hablado en varias ocasiones, también se encuentran entre los ingredientes de los geles antibacterias.
El alcohol en el que se mezclan estos distintos ingredientes es de un tipo que deriva de un petroquímico y se comporta como una neurotoxina.
El científico Philippe Grandjean de la Universidad de Harvard y Philip Landrigan de la Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinaí ya hace tiempo que alertan sobre los efectos nocivos de las neurotoxinas en el cerebro humano. Hace tiempo estos científicos publicaron en The Lancet Neurology una revisión sobre la exposición de los niños a sustancias químicas desconocidas, identificando 12 compuestos químicos cuya neurotoxicidad ha sido demostrada.
Así que…como en la mayoría de ocasiones…mejor volver a lo más sencillo y enjuagarse las manos con simple agua. ¿No os parece?