El cordón de vida, el cordón umbilical

El cordón de vida… Lo tenía muy claro. Cuando me ofrecieran en el parto cortar yo mismo el cordón umbilical de nuestro hijo iba a decir que no. Y, por supuesto, cambié de opinión en el último momento y lo corté. Creí que me tendría que armar de valor para hacerlo, me parecía que era como cortar una parte de mi niño. Pero nada más lejos. En realidad estaba aportando mi grano de arena para que se abrieran las puertas de su nueva experiencia y si algo estaba cortando era el último lastre que le quedaba para ser un individuo por sí mismo.

cut umbilical cord

Hasta entonces, el cordón de vida, cómo a mí me gusta llamarle, había significado muchas cosas para nuestro bebé. Por él recibía el alimento y el oxígeno que le proporcionaba su madre y gracias a los cuales se iba desarrollando satisfactoriamente durante el embarazo. Por otro, era el vínculo indiscutible entre madre e hijo que, aún en ausencia del enlace físico, una vez cortado, seguirá existiendo en sus cabezas para siempre.

De ahí el título de este post porque, por encima de cualquier otra consideración, el cordón umbilical es, sin duda, un cordón de vida, física y psicológicamente hablando.

Cortarlo resultó extraño. Está duro, correoso, como cuando encuentras un nervio en un filete. Y eso que las tijeras que te dejan, aunque pequeñas, parecen de podar. Ya se saben en el hospital la resistencia que pondrá el cordón y están preparados, claro.

umbilical cord

Antes del corte, la enfermera ya ha puesto una pinza asfixiando el cordón con una distancia de unos 4 cm al abdomen del bebé. El color es curioso también, de un gris amarillento. Luego se pondrá peor, no os asustéis, porque alcanzará tonalidades más oscuras hasta llegar al negro. Es lógico, se tiene que pudrir antes de caerse. Ese “trauma” nos dejará una cicatriz de por vida, el ombligo.

Hasta que el resto de cordón que queda se caiga (y esto es muy importante, se tiene que caer, no hay que tirar de él ni forzar su caída), es labor de los padres efectuar las curas y los cuidados necesarios. Tampoco habrá que hacerlo muchos días. Normalmente se cae antes del duodécimo día tras el parto, decimoquinto si ha sido cesárea. Eso sí, si han pasado, digamos, veinticinco días después del parto no se ha caído, hay que ir al pediatra.

La limpieza hay que hacerla con gasas estériles, suero fisiológico y alcohol de 70º, más adecuado para la piel delicada de los bebés. Como desinfectante, la clorhexidina es la recomendada.cut umbilical cord newborn

Dicen que no hay que sumergir el muñón (sí, aunque suene fuerte, el resto del cordón es un muñón) en el baño pero, seamos razonables. Nuestro bebé no va a hacer una carrera de resistencia en su bañera. Quiero decir que por mucho que queráis estar con él en el agua, no aguantará demasiados minutos. Y por cuestión de minutos, aunque le tuvierais totalmente sumergido, al cordón no le pasa nada siempre que luego se seque perfectamente la zona. Esto sí que es fundamental, el secado después de cada lavado o cura.

Quizás os entren tentaciones de conservar el trozo de cordón que se le caiga. O quizás no, si os dais cuenta del extraordinario parecido que este resto tiene con la película de “La Momia”. En fin, ha cumplido su cometido y puede pasar a mejor vida…

 

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Acerca de Javier

Un Padre con la L
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