Este niño de 14 meses es un marajá y nosotros sus “vasallos”

Con sus escasos catorce meses y medio, está claro que este niño que tenemos es un marajá.

Ya le veíamos maneras cuando se acercaba corriendo (dentro de sus posibilidades) a una piscina llena de bolas que tenemos en el salón, la agarraba por la parte de abajo, convenientemente asida para volcarla y esparcir todas las bolas por el suelo para luego, ante nuestra petición de que las recogiera, las señalara con un dedo acompañando el gesto con un sonido gutural que no necesitaba traducción. Quiere decir “recógelo tú”.

             este niño de 14 meses es un marajáeste niño da órdenes

Así se comporta este niño con otras muchas cosas.

Los juguetes los reclama para tirarlos al suelo pero sólo con el objetivo de que se lo recojamos, se los volvamos a dar y pueda comenzar de nuevo con su “juego” en el que nosotros somos sus “vasallos”.

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Además, su cara es todo un poema porque posiblemente no haya jugadores de póquer en el mundo que puedan mantener impertérrito el rostro ante una buena mano como él lo hace.Ahora que sabe señalar, utiliza su dedo índice para “mandarnos” cosas, como todo un emperador de la casa.

este niño es un marajá

Es cierto que son cosas que forman parte de su formación, de su desarrollo. Quiere saber cómo se abre la puerta de la terraza, por ejemplo, y nos pide que lo hagamos por él; o quiere que le enseñemos a regar y nos dirige la mano a la manguera para que le mostremos cómo funciona… Pero lo que nos ha dejado boquiabiertos, primero a mi mujer y luego a mí cuando, esta mañana me lo enseñó, ya es el colmo que le lleva a los altares del maharajá por antonomasia.

Imaginaos la escena. El niño se despierta. Son las siete y cuarto de la mañana porque entra en la guarde antes de las ocho.

Se pasa un rato “vacilándonos” en la cuna porque no quiere levantarse. Se levanta pero cuando le vamos a coger se echa de nuevo al colchón y se parte de la risa.Pero es que, al final, le coge la mano a mi mujer, se la lleva a su pie y se queda esperando ¡¡¡a que mi mujer le dé un masaje!!!

este niño es un maraja y nos da órdenes

Entonces, con su dedo metido en la boca de un modo sempiterno, esboza una sonrisilla de felicidad.Y, claro, no podemos más que pensar que tenemos un maharajá en casa, sí, pero la mar de “salao”.

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Acerca de Javier

Un Padre con la L
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