Mi hermano el mayor tiene dos hijos. Uno pasa la treintena y el otro anda cerca.
Este fin de semana, se van a celebrar su aniversario de boda. Como dos novios…sin hijos
Me temo que habremos de esperar muchos años, tanto como ellos han pasado ya, para poder disfrutar de algo así. Porque, queramos o no, ya no somos dos. Y el caso es que el tercero en discordia nos absorbe por completo.
Requiere de nuestra atención constante, de día, de noche, incluso cuando estamos en el trabajo estamos con medio cerebro pensando sobre si estará mejor o peor en la guardería.
Pero es que, además, nosotros mentalmente tampoco nos liberamos, aunque contemos con la ayuda necesaria.
Este verano, la guardería cierra en agosto. Nos cogeremos vacaciones para estar con nuestro hijo pero no podrá ser todo el mes. Habrá una semana que estará con los abuelos. Cabe la posibilidad de que se vaya con ellos donde viven, fuera de Madrid. Pero es que pensar en estar TODA una semana sin verle se nos antoja un martirio difícil de soportar.
Así que, seguramente, iremos a trabajar y estaremos deseando, cada día, volver a casa para descargar algo a los abuelos (porque carga es; que son casi diez kilos de un jovencito que no hace más que moverse) y disponer de todo el tiempo del mundo con nuestro pequeño.
Ahora, en nuestro día a día, coincidimos mi mujer y yo desde que se queda dormido el pequeño. Justo el momento de prepararnos nosotros la cena, sentarnos en el sofá y caer rendidos. Porque antes, bien estamos los dos pendientes del nene o nos turnamos para que el otro vaya al baño, por ejemplo. No es que el niño no pueda estar solo, que la mayoría de las veces estamos con él por puro vicio de padre primerizo.
Pero la realidad es esa, henos dejado de ser una pareja para ser una familia y tendremos que bregar para recuperar mi mujer y yo muchas cosas que ahora nos parecen tan lejanas. Hay que intentarlo, de todos modos.
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