Cada vez que veo una imagen de algunos de los niños y niñas palestinos heridos, muertos, sangrando, llorado por su madre…me entran unas terribles ganas de llorar. Siento que los míos tienen mucha suerte, por irse a dormir con silencio, sin bombas, sin miedo a que un artefacto destruya tu casa y tu vida.
Los niños y niñas no palestinos tienen mucha suerte, y sus padres y madres también.
Los padres y madres de los niños y niñas no palestinos tienen la suerte de poder dar de comer y beber cada día a sus hijos (unos mejor que otros), de poder acostarlos en unas mínimas condiciones, sin miedo ni pensamientos sobre qué les depara el violento mañana.
Desde esta pequeña y gran ventana a la vez que es Internet, no puedo dejar de denunciar la violación de los derechos humanos y de la infancia que están sucediendo ahora mismo. No puedo dejar de denunciar y de criminalizar a todos aquellos que han vendido armas a Israel. No puedo dejar de denunciar que los Gobiernos no sean capaces de ayudar y de mediar para que se acabe esa terrible lucha que mata cada día a muchos inocentes.
¿Qué puedo hacer yo? Pues no lo sé, pero por lo menos, denunciarlo, para que sepa y si llega a oídos de quien tiene algo de responsabilidad en todo esto, se le remuevan las entrañas. Espero que a todos aquellos que se han beneficiado de la venta de armas o no han tenido buenas intenciones en la relación con estos enemigos enfrentados, se les remuevan las entrañas y el ser entero.
Creo que lo más duro que puede darte la vida es ver a tu hijo o hija morir, y si encima los responsables son gente que se lucra del daño ajeno, peor todavía. Creo que lo que está ocurriendo no tiene perdón de nadie, ni de Dios y espero y deseo que acabe pronto, que de la misma forma que los países que les han vendido las armas han estado ahí cerquita, se arrimen ahora, para paliar el daño que han hecho.
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